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Entrevista serie “Nuevas Autoridades PUCV”

Tras ser decana de la Facultad de Ciencias Agronómicas y de los Alimentos, la vicerrectora Besoain busca impulsar el emprendimiento, la innovación y la participación femenina en carreras STEM desde su nuevo cargo en VINCI PUCV.

Actualmente la Dra. Ximena Besoain se desempeña como vicerrectora de Investigación, Creación e Innovación PUCV, cargo que asumió el año pasado tras la asunción del rector Nelson Vásquez y con ello integra el nuevo equipo de gobierno superior de Rectoría.

Ximena Besoain, además de ser ingeniera agrónoma, es magíster en Ciencias Agropecuarias y doctora en Fitopatología, con una vasta experiencia en el área científica y académica, lo que le ha permitido liderar diversos proyectos.

Como representante de Rectoría PUCV en el Consorcio, ¿cuáles son los desafíos que tiene VINCI PUCV respecto a su vínculo con el Consorcio Science Up?

Los principales desafíos para Science Up es lograr implementar los minor en las diferentes universidades que componen Science Up; continuar respaldando proyectos de Innovación; apoyar el día del “Encuentro de Investigación en la PUCV” que se enlaza con otro proyecto que apoya nuestra vicerrectoría referente a innovación en el modelo educativo en nuestra universidad, que es el “Proyecto UCV19101”.Además, promover y visibilizar la participación femenina en carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y en este sentido coordinar esfuerzos con la Dirección de Género recientemente creada en nuestra universidad dependiente de la Vicerrectoría de Desarrollo.

Continuar estrechando lazos con la Universidad de Santiago de Chile (USACH) y la Universidad Católica del Norte (UCN) con actividades como workshops o talleres efectuados por las tres universidades. Recientemente se efectuó en el mes de enero un taller con actividades en Viña del Mar y Curauma, organizado por Luis Mercado, director ejecutivo de este proyecto, actividad que permitió estrechar lazos, sortear dificultades y proponer mejoras al proyecto.

¿Cuál cree que es el mayor aporte del Consorcio Science UP a la PUCV?

Considero que es introducir la generación de competencias de innovación y emprendimiento (i+e) y transferencia de conocimiento en los programas curriculares de las ciencias, especialmente los institutos asociados a la Facultad de Ciencias como los institutos de Biología, Física, Química y Matemáticas. Es crucial para los futuros profesionales e investigadores que se forman en nuestra universidad. Además, es muy importante el apoyo que se está realizando a estudiantes de pre y postgrado de estas disciplinas proporcionando infraestructura y fortaleciendo la vinculación con el entorno.

¿Qué proyecciones tiene para el Consorcio Science Up durante 2023?

Durante este año se debiese terminar la preparación de un minor i+e en nuestra universidad, el que se está diseñando en forma simultánea con las otras dos universidades que integran este proyecto, USACH y UCN y nuestra universidad que lidera este proceso. Este minor tributa al objetivo de incorporar competencias de Innovación y Emprendimiento en estudiantes de ciencias de nuestra universidad.

¿Cuál es su visión respecto a que estudiantes de pregrado y posgrado estén desarrollando emprendimientos de base científica-tecnológica con el programa Growing Up?

Este aspecto es fundamental, durante el año pasado se realizó el concurso para estudiantes emprendedores y en estos momentos ellos están ejecutando sus proyectos.

El apoyo que está realizando Science Up es crucial para lograr que los estudiantes se conecten desde la etapa de pregrado o postgrado con el emprendimiento. Esto logrará insertar en ellos o ellas la importancia de la innovación y el emprendimiento tanto para nuestro país como para su desarrollo personal.

El proyecto de Roberto Bastías, Kiwiphage, luego de diez años, firmó el contrato de licencia de transferencia con la empresa Agroadvance. Desde su punto de vista, ¿de qué forma el Consorcio y la PUCV pueden fomentar a que más académicos se motiven a realizar proyectos como este?

El proyecto de académicos como el caso del profesor Roberto Bastías, sin lugar a duda es un proyecto exitoso de transferencia tecnológica. En este sentido, la Dirección de Investigación (DI) apoyó el trabajo inicial de esta innovación, luego la Dirección de Innovación (Di+e) apoyó el desarrollo de dos proyectos FONDEF en donde la Oficina de Transferencia Tecnológica (OTL) y Science Up contribuyeron en la protección de esta nueva tecnología y las etapas que involucró todo el proceso de transferencia tecnológica.

Primero mostrar este trabajo es un buen incentivo y también comprender que las buenas ideas que surgen del trabajo científico y que generan tecnología (sobre todo sustentables) saldrán adelante no sin una buena cuota de perseverancia y liderazgo. Sin lugar a dudas el trabajo es arduo, pero cuenta con el apoyo de VINCI en sus diferentes etapas y desde ya incentivo a otros investigadores e investigadoras a enfrentar estos desafíos. Además, en Science Up fue un colaborador determinante a través de su programa de rápida implementación, en alcanzar la cercanía de la tecnología al mercado.

Entrevista serie “Nuevas Autoridades PUCV”

Durante el 2023, Mercado buscará impulsar la vinculación con ex-alumnos de las universidades adscritas y concretar la habilitación de salas creativas en el Campus Curauma.

Luis Mercado es Doctor en Bioquímica y Biología Molecular, Magíster en Ciencias Microbiológicas y académico de la Facultad de Ciencias de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). Actualmente se desempeña como director ejecutivo del Consorcio Science Up, cargo que asumió a comienzos del año 2022.

Además, el Dr. Luis Mercado dirige la Dirección de Investigación de la VINCI PUCV, donde lidera diversos proyectos que buscan impulsar y divulgar una cultura de investigación, mediante programas de postgrado y centros de investigación dedicados a ello.

¿Cuál cree que es el mayor aporte de Science Up a los estudiantes de las universidades adscritas (PUCV, USACH, UCN)?

Science Up es un Consorcio para la implementación de programas formativos en innovación y emprendimiento con base científica-tecnológica, por lo tanto, el mayor aporte a los estudiantes es un enriquecimiento en su formación profesional.

La investigación aplicada constituye un compromiso de la Universidad con la sociedad, por tanto, las investigaciones al interior de nuestras instituciones que aún no se resuelven, pierden valor. Entonces, implementar programas de formación en innovación y emprendimiento (i+e), mejorará las capacidades de nuestros alumnos para insertarse de mejor manera en el mundo laboral y productivo.

¿Cuál es su visión respecto a que estudiantes de pregrado y posgrado estén desarrollando emprendimientos de base científica-tecnológica con el programa “Growing Up: Cuéntanos tu idea”?

Es muy positivo, les estamos dando herramientas para encauzar de forma seria y rigurosa sus ideas innovadoras, para materializar propuestas concretas y muy bien estructuradas.

Para innovar se requiere un conocimiento de base, que permite proponer aplicaciones de utilidad en la resolución de problemas, pero estas aplicaciones deben seguir una ruta rigurosa de argumentación, es decir, el aprendizaje del lenguaje y la comunicación con el sector productivo. Así como conocer las fuentes de financiamiento más pertinentes para alcanzar las metas propuestas. 

¿Cuál cree que es la clave para incentivar el emprendimiento de base científico-tecnológica en estudiantes de pregrado y postgrado?

Desde una perspectiva muy personal, creo que hay que desarrollar la creatividad en los estudiantes, se debe superar la forma de enseñar basada en la repetición de contenidos.

La base teórica es fundamental, pero se debe dar un paso más; el de la aplicación, el de visualizar cómo la ciencia ha contribuido a la sociedad, al entorno y a la vida de las personas. Hay que enseñar referentes, ejemplos de innovaciones exitosas, y emprendimientos que han acertado, esto desde soluciones sencillas hasta las más complejas.

El proyecto de Roberto Bastías, Kiwiphage, fue parte del Programa de Rápida Implementación de Science Up y recientemente firmó el contrato de licencia de transferencia con la empresa Agroadvance. ¿Cuál cree que es el rol del Consorcio en proyectos investigativos como este y qué esperan lograr a futuro? ¿Cómo se puede incentivar a la investigación en académicos/as?

El rol del consorcio es precisamente otorgar apoyos concretos, en este caso la investigación ya llevaba años de desarrollo y se requería apoyos concretos en la implementación de su aplicación. Entonces, el desafío es impulsar la búsqueda en nuestras universidades de investigaciones con un nivel avanzado de desarrollo, y acompañar en sus fases finales de implementación. Este es un momento clave para consolidar convenios o contratos con las empresas.

¿Existen alianzas/convenios de colaboración que esperan concretar a futuro?

Un trabajo que es muy atractivo de desarrollar y que está en la agenda de Science Up es la vinculación con ex-alumnos de nuestras universidades que han desarrollado innovación y/o emprendimientos.

Queremos vincularnos, invitarlos y establecer programas formativos con los actuales estudiantes, para que conozcan casos exitosos, su recorrido, sus errores y aciertos. Además, podremos establecer relaciones recíprocas entre las universidades y sus empresas o innovaciones.

¿Qué proyecciones tiene para el Consorcio Science Up durante 2023?

El 2023 es un año de ir consolidando resultados y compromisos. Cada uno de los tres pilares del Consorcio, ya posee avances significativos. Destacamos el perfil de competencias para la implementación del minor consorciado en innovación y emprendimiento, la selección de proyectos de innovación de los estudiantes, los apoyos concretos a académicos para ejecutar sus ideas de base científica tecnológica, y la actualización de las huellas de género en nuestras instituciones.

Este año, además, esperamos contar con espacios habilitados como salas creativas para la formación de innovadores.

Entrevista

La coordinadora del Eje de Armonización Curricular de la iniciativa Science Up, Consorcio Ciencia 2030; reflexiona sobre lo que la llevó a ser una investigadora en matemática, rescatando una infancia con pocas diferencias de género y el efecto del liderazgo en su formación.

¿Cómo es una mujer científica? Una pregunta que traía una serie de estereotipos a los compañeros universitarios de la Dra. Galina García Mokina, desde una personalidad tímida y aburrida hasta el cuestionamiento de si siquiera existen. Una imagen que no calzaba con ella, una líder alegre y sin miedo a hablar en público. Cualidades que hoy son muy importantes para su actual cargo en la Facultad de Ciencia de la Universidad de Santiago de Chile: Vicedecana de Docencia.

¿Cuándo surgió su interés por la ciencia?

Desde muy chiquita tenía definido que me gustaba la matemática y la física. Mis padres son ingenieros y siempre cultivaron mi amor por la ciencia. En la escuela también, donde veían mi potencial y me daban la opción de participar en muchas actividades extracurriculares. Así empecé a ir a las olimpiadas.

¿Le gustaban las competencias?

Más bien tener buenos resultados. A mis amigas y a mí nos iba bien académicamente y éramos responsables, pero también alegres y sin miedo a hablar en público, entonces siempre nos elegían para todo, incluso para representar al colegio. Nosotros desde la primaria votamos para elegir a un Jefe de escuela, un Jefe de estudios y uno de actividades; los que recibían capacitaciones. Mi grupo siempre salía elegido.

¿Había una figura femenina que la haya influido?

Para mí siempre fue mi mamá. Ella me apoyaba en todo y me incentivaba a entrar a colegios especializados, como el Preuniversitario de Ciencias Exactas, durante los estudios de media. Para entrar a este colegio había que pasar por unas pruebas e ir a unas escuelas de verano, las que eran parte de un programa en el cual cada municipalidad preparaba a un grupo de estudiantes para entrar a ese colegio. Luego se hizo una selección y solo una amiga mía y yo fuimos escogidas. Lo bueno es que, gracias a la buena preparación que obtuvimos en este colegio, entrar a la universidad y, en particular el primer año, fueron fáciles para nosotras.

¿Habían diferencias en torno al género?

En la universidad tal vez. Entré a licenciatura en Física y cada vez que decíamos qué estudiábamos nos decían “¿están seguras?”, como diciéndonos “no puede ser”. Es que éramos alegres y divertidas, y tal vez  creían que los físicos eran aburridos. Además todos pensaban que era una carrera muy difícil para nosotras. Nos miraban y decían “están locas” o “ustedes no van a terminar”.

Pero en lo demás, nunca sentí que un profesor hiciera diferencias, como “si eres niña no vas aquí”. Todos competíamos por igual. Eso sí, en un comienzo entramos muchas y luego quedamos muy pocas, aunque también desertaron hombres. Es que era una carrera dura.

¿Tal vez los roles de lo femenino y lo masculino en Cuba son más paritarios?

Yo creo que sí. Diferencias de salario no hay. Saliendo de la universidad tenemos dos años para pagar la carrera y todos tienen el mismo salario, no importa si eres hombre o mujer. Además, allá todo el mundo trabaja, la mujer tiene seis meses de postnatal y luego tiene que volver a trabajar, porque hay lugares donde cuidan a los niños desde muy pequeños y así apoyan a las mamás en su regreso  al trabajo.

¿Las tareas domésticas se compartían?

En mi casa sí, cada uno tenía sus responsabilidades. Por ejemplo, mi padre era militar y tenía menos tiempo en la casa, pero cuando llegaba tenía que estudiar con nosotras, acostarnos para dormir, en las mañanas llevarnos al colegio, etc. Todo dividido.

¿Cuándo y por qué comenzó su investigación en matemática?

Cuando terminé mi carrera trabajé en el Instituto de Oceanografía en investigación, pero tenía ganas de más. Los postgrados en Cuba cubren muy pocas áreas, así que era difícil. Una amiga que fue a Chile a una escuela de verano me habló de un doctorado en matemáticas y me pareció interesante, pensé que yo siendo física podría hacerlo. Postulé y así llegué.

Cuando uno llega a Chile hace muchos cursos y ahí va viendo que es lo que más le gusta. Como yo venía de la física me gustaba lo aplicado y así me especialicé en teoría de control en ecuaciones diferenciales, así como en problemas inversos, que en palabras simples, es cuando en un modelo conocemos las ecuaciones pero no las condiciones iniciales o las fuerzas que actúan sobre el sistema, y el objetivo es, usando mediciones posteriores del estado, poder recuperar esos datos inicialmente desconocidos. 

Sobre el Día Internacional de la Mujer Matemática, ¿por qué cree que es importante celebrar?

Que por primera vez se tenga una ganadora de la Medalla Fields (la matemática Maryam Mirzakhanies, en 2014) es un logro que hay que celebrar. Para nosotras este tipo de conmemoraciones son súper importantes, porque nos visibilizan. Es una manera de decir que existen mujeres matemáticas y estamos contribuyendo. Pero no es un desafío de un día, es diario.

Desde la armonización curricular hay iniciativas para visibilizar el trabajo de las mujeres a través de las mallas, proponiendo cursos que tengan de forma transversal este objetivo. Pero no solo tiene que estar en la malla, sino también en acciones fuera del aula que nos ayuden a cambiar culturalmente, como modificaciones en nuestra forma de comunicar.

En colaboración del Eje de Liderazgo y Participación Femenina, gestamos el documento “Recomendaciones para el uso de un lenguaje no sexista”, el cual buscamos que ayude a cambiar actitudes, para que también se refleje la incorporación de la perspectiva de género en nuestro lenguaje.

En el Día Internacional de la Creatividad e Innovación, el representante del Consorcio Science Up fue a los estudios de Radio Usach y Santiago Tv para comentar cómo se aborda este desafío en las facultades de ciencia.

El Administrador del Proyecto Science UP en la Universidad de Santiago de Chile, Adolfo Ocaña, asistió el 21 de abril de 2023 al programa radial “Enlace Usach”. Esta entrevista se gestó en el marco del Día Internacional de la Creatividad e Innovación, celebrado por primera vez en esta casa de estudio, en la cual logró abordar las diferentes aristas que tiene esta iniciativa Ciencia e Innovación 2030.

“Este es un proyecto bastante particular, porque está diseñado específicamente para desarrollar emprendimiento en la universidad”, para lo cual destacó las estrategias que hoy se implementan en la Facultad de Ciencia y la Facultad de Química y Biología que son parte del Consorcio en la Usach.

En esta conversación con el periodista Rodrigo Alcaíno, el Administrador del Proyecto logró difundir los objetivos del Consorcio, su dinámica de trabajo y que es lo que busca aportar a la comunidad estudiantil en las tres universidades que lo conforman: Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Universidad Católica del Norte y la Universidad de Santiago.

“Nosotros estamos trabajando para desarrollar en las y los estudiantes competencias emprendedoras” destacó, mencionando que tres capacidades que se buscan desarrollar: identificación de oportunidades, atraer a sus proyectos los recursos valiosos (monetarios y no monetarios), y el liderazgo; las cuales se abordan en su programa para estudiantes que comenzó a impartirse en abril: Growing Up! Cuéntanos tu idea.

Vincularse con el entorno socioeconómico estrechando lazos con los egresados, construir una comunidad donde las mujeres puedan desarrollarse en igualdad de condiciones para que el país aproveche ese potencial y hacer las adecuaciones curriculares necesarias para potenciar a largo plazo la formación de las competencias emprendedoras de las y los estudiantes y las generaciones futuras; fueron parte de las estrategias descritas.

“La idea es que el conocimiento generado en las universidades potencie el desarrollo del país a través de su traducción en nuevas innovaciones, nuevos negocios, nuevas empresas”, señaló, destacando el caso de Pablo Zamora, egresado de la Facultad de Química y Biología que fundó Not Company, que hoy es parte del Comité estratégico del Consorcio.

“Estamos ahora justo a la mitad de la implementación de este proyecto, que contempla tres etapas. La primera principalmente fueron visitas a las universidades del extranjero para obtener buenas prácticas” señaló, describiendo cómo a partir de esta experiencia se desarrolló un plan estratégico para la segunda etapa con mira al 2030, la cual se está implementando desde 2021 y que ahora está en revisión para continuar por tres años más, para luego comenzar una etapa de consolidación.

Con la esperanza de involucrar más a la comunidad académica, estudiantil e incluso la funcionaria en los proyectos de innovación, el nuevo Vicerrector de Investigación, Innovación y Creación de la USACH se suma al Consejo Consultivo de Science Up.

Desde el 2022, el académico de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), Dr. Jorge Pavéz, asumió como la máxima autoridad de la actual Vicerrectoría de Investigación, Innovación y Creación (VRIIC) de esta casa de estudios, integrándose también al Consejo Consultivo del Consorcio Science UP.

En su calidad de Vicerrector de la VRIIC USACH, hoy es uno de los máximos líderes del consorcio en la universidad, luego del Rector Vidal. Responsabilidad que lo llevó en enero de 2023 a participar del Encuentro Anual del Consorcio, donde se evaluó no solo la gestión del segundo año de la etapa de ejecución de este proyecto Ciencia e Innovación 2030, sino también en el que se trazaron las líneas de acción para este nuevo año.

¿Cuál cree que es el mayor aporte del Consorcio Science UP a la USACH?

Desde mi perspectiva, los proyectos estratégicos deben procurar desarrollar nuevas capacidades que le permitan a la institución y a sus actores actuar de forma conectada y articulada frente a las nuevas dimensiones que fuertemente nos solicita la sociedad integrar, como la perspectiva de género, la transferencia, la innovación social y científico-tecnológica; son los puntos de inspiración para estos proyectos.

Science Up sin duda está empujando en la misma dirección que los programas de la VRIIC, por eso nosotros nos sentimos beneficiados. Al principio es un pequeño cambio de timón, pero a mediano y largo plazo, esa variación se transformará en un enorme cambio.

¿Qué le parece que las tres universidades que son parte del Consorcio subieran en el ranking del Estudio Gea Universitas?

Sin duda que las tres universidades hayan avanzado en este ranking, en gran parte, se debe a estos proyectos de gran envergadura que hemos logrado en el último tiempo, porque si uno mira en detalle las cifras, en cuanto a la primera dimensión sobre generación de conocimiento, estas universidades se han mantenido. El impacto fuerte está en la tercera dimensión: transferencia e innovación.

Por ejemplo, la USACH en la dimensión de transferencia e innovación obtuvo 11,5 puntos, y la Pontificia Universidad Católica, que está en un puesto sobre nosotros, tuvo 12,6. Estuvimos muy cerca y más cerca aún de la Universidad de Chile, que tuvo 11,9.

No obstante, sabemos que existen diferencias entre estos dos planteles y nosotros, en cuanto a los recursos que manejan, su masa crítica de investigadoras e investigadores, cantidad de centros, cantidad de programas de postgrado, etc. Sin embargo, a la hora de las mediciones, estamos muy cerca. Más allá del resultado final del ranking, es importante ver que hay más abajo de estas mediciones.

¿Cuáles son los desafíos para las facultades de ciencia este 2023?

En el equipo central de gobierno de la universidad, vemos que hoy en día en términos del impacto de la ciencia y de la transferencia de la innovación de base científica, nuestras facultades e instituciones tienen el gran desafío de potenciar lo que se ha hecho. En algunas líneas estamos entrando en etapas de consolidación y es posible potenciar esos desarrollos, para ello el desafío fundamental en este campo es desarrollar más y mejores grados de vinculación entre los actores del ecosistema de I+D+i+c.

Cómo vincular al estudiante e investigador, que están desarrollando una interesante e insospechada investigación. Cómo vincular esa investigación y a estos actores con una problemática, una necesidad social, una necesidad tecnológica. Ahí es donde entran estos proyectos tan importantes, que van incorporando estos elementos en la cultura de la investigación, que hacen y propician esta vinculación, esta visualización del ecosistema de investigación, transferencia e innovación.

¿Cómo visualiza el apoyo del consorcio a la comunidad este 2023?

La Dirección de Innovación y Emprendimiento de la Vicerrectoría (DINEM), está llevando adelante iniciativas en un terreno extremadamente fértil respecto a años anteriores, porque están estos dos proyectos, Ingeniería 2030 y Science UP, que están empujando fuertemente la innovación. Esta alianza virtuosa está dando resultados magníficos. Si hubiéramos seguido solos, el resultado no habría sido el mismo.

Es necesario avanzar en el desafío de incorporar mayormente a los investigadores y a los académicos a estas iniciativas, porque el aporte que han hecho los estudiantes es enorme y quizás va a seguir creciendo, pero ahora hay que involucrar a más académicos y también, ¿por qué no?, a los funcionarios.

Con respecto a los estudiantes, coincido plenamente con que el talento está distribuido democráticamente. No importa el nivel socioeconómico, si hay talento, “hay talento”. Ahora, cómo ese talento logra tener condiciones virtuosas para desplegarse, para expandirse, para generar desarrollo e innovación; ahí es donde cobran gran relevancia las políticas, los recursos, y justamente estos proyectos estratégicos. Pero ese talento está y en nuestra universidad se nota, se nota fuertemente.

Uno de los ganadores de nuestro Demo Day señaló estar sorprendido por ganar, pero que encontraba que ser parte del equipo que propuso esta innovación y su transferencia era una manera de devolver a la sociedad lo que había invertido en ellos

Esas cosas a uno le llegan fuerte, porque tiene esa llamita dentro que cuando uno la sopla y crece, lo sientes.

Muchos de nuestros estudiantes son la primera generación de su familia que ingresa a la universidad y de forma muy legítima buscan mejorar sus condiciones de vida al convertirse en profesionales que van a trabajar en una empresa o institución. Lo interesante es que están visualizando que ese puede no ser el único camino, que existe también la posibilidad de que a través de la transferencia, la innovación y emprendimiento pueden desarrollar sus talentos y potencialidades. Dependerá de nosotros que las condiciones ambientales sean apropiadas para que ese talento logre cristalizar ese sueño que tiene el y la estudiante; y también su familia.

Desde que comenzó la segunda etapa de nuestra iniciativa Ciencia 2030, hemos desarrollado la serie “Mujeres líderes de la academia”. Este 8 de marzo, contamos con ocho entrevistas de académicas de la universidades que son parte de nuestro del Consorcio Science Up, a las cuales les invitamos a conocer.

Dora Altbir Drullinsky 

Doctora en Física, Premio Nacional de Ciencias, Directora del Centro para el Desarrollo de la Nanociencia y la Nanotecnología (Cedenna) y académica de la Universidad de Santiago.

“Hoy tenemos la libertad de buscar horizontes en espacios en los que hasta ahora los hombres están sobrerrepresentados, pero para eso es importante que no pongamos límites a nuestros pensamientos ni aceptemos que otros pongan barreras a nuestros sueños”, Dra. Dora Altbir Drullinsky.

María Argudo-Fernández

Doctora en Astrofísica, profesora de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Presidenta de la Sociedad Chilena de Astronomía y Coordinadora del Eje de Liderazgo y Participación Femenina de Science Up. 

“Está comprobado que los artículos hechos por mujeres se citan menos, por ello, desde el inicio, una adopta esta técnica de usar solo el apellido y no el nombre propio. Actualmente, la Astronomía a nivel internacional se ha dado cuenta de que existen estos sesgos inconscientes, por lo que ya se está aplicando un método de evaluación completamente anónimo. De esta manera, vemos cómo la balanza se va equilibrando y empezamos todos a competir en la mismas condiciones”, Dra. María Argudo-Fernández.

Leonora Mendoza Espíndola

Doctora en Química, Decana de la Facultad de Química y Biología Universidad de Santiago y actual presidenta del Consejo de Decanos y Decanas de las Facultades de Ciencia del CRUCH.

“Demostrar liderazgo para una mujer en esta Facultad no es complejo, pero no me gusta la palabra demostrar, me gusta la palabra reconocer. Porque demostrar significa que hay que justificar las acciones constantemente, pero ser reconocido como líder es algo que naturalmente debiera ocurrir”, Dra. Leonora Mendoza Espíndola.

Joseline Tapia Zamora

Doctora en Ciencias mención Geología, Directora del Programa de Doctorado en en Ciencias Mención Geología de la Universidad Católica del Norte y Coordinadora del Eje de Liderazgo y Participación Femenina del Consorcio Science Up.

“Como los hombres son muchos más, ellos tienen la posibilidad de repartirse las obligaciones (de liderazgo), pero nosotras tenemos que estar en todas. Claramente debemos impulsar la contratación de más mujeres científicas y que realmente exista una paridad de género, así se despresuriza a las que estamos actualmente”, Dra. Joseline Tapia Zamora.

Claudia Ortiz Calderón

Doctora en Bioquímica, académica de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago, Socia fundadora de Ambiotek SpA y Coordinadora del Eje de Liderazgo y Participación Femenina del Consorcio Science Up.

“Yo no me imagino ser una profesional sin un vínculo con la sociedad, sin poder retribuir y mejorar la calidad de vida de las personas y el medio ambiente. Esa intención y las puertas que he abierto a lo largo de mi carrera me han llevado naturalmente al emprendimiento. Creo que las mujeres tenemos mucho que aportar en esta área, especialmente como líderes”, Dra. Claudia Ortiz Calderón.

Paulina Schmitt Rivera

Doctora en Microbiología y Parasitología, académica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y Coordinadora del Eje de Liderazgo y Participación Femenina del Science Up.

“Si les gusta la ciencia, si les atrae estar todo el tiempo aprendiendo cosas nuevas y saliendo de su zona de confort, busquen un/a buen/a  mentora/a, alguien que se interese en desarrollar sus habilidades y enseñarles a hacer ciencia, pero que también tenga clara la brecha de género y haga esfuerzos por disminuirla”, Dra. Paulina Schmitt Rivera.

Paola Arias Reyes

Doctora en Física, académica y ex-vicedecana de Investigación y Postgrado de la Facultad de Ciencia de la Universidad de Santiago; y Coordinadora del Eje de Liderazgo y Participación Femenina del Consorcio Science Up.

“Todos quieren poner a una mujer en cargos administrativos, porque nunca dicen que no (se ríe), son muy proactivas para trabajar, para cooperar, etc. Pero eso siempre va en desmedro de su carrera como investigadora, siempre. Entonces, ¿qué apoyo les estamos dando a esas mujeres? No digo que no hagan esas labores, está súper bien que las desarrollen, pero apoyémoslas para que no dejen de lado su investigación”, Dra. Paola Arias Reyes.

Karol Santoro Pizarro

Doctora en Estadística, académica del Departamento de Matemáticas de la Universidad Católica del Norte y parte del Directorio de la Sociedad Chilena de Estadística.

“Es relevante destacar que es primera vez que la SOCHE será presidida y tendrá en su directorio académicas de la zona norte”, destacó en su entrevista sobre su nombramiento como parte del Directorio de la Sociedad Chilena de Estadística la

 Dra. Karol Santoro Pizarro, investigadora del Departamento de Matemáticas de la Universidad Católica del Norte.

El Doctor en Microbiología y docente del Instituto de Biología de la PUCV, Roberto Bastías, es el creador de “Kiwiphage”, un bioinsumo basado en bacteriófagos para el control de la bacteria causante del cáncer del kiwi.

“Kiwiphage” forma parte de los proyectos de Rápida Implementación de Science Up, Programa que apoyó el proceso que este equipo de investigación ya venía llevando a cabo con la ayuda de financiamiento Fondef IDeA, para la realización de las actividades experimentales durante 2015-2018. Con el apoyo final del Consorcio, el equipo logró impulsar las últimas fases del proceso de transferencia tecnológica.

Se espera que el proyecto tenga un impacto positivo para la industria, ya que permitirá mantener controlada una pandemia que no ha tenido una solución definitiva y ha limitado la producción nacional e internacional del kiwi. De esta manera, “Kiwiphage” se hace cargo de una problemática real de la industria agrícola, logrando una conversación exitosa entre lo que el sector productivo del país necesita y lo que la academia puede brindar en respuesta a ello.

¿Cómo fue el proceso para llegar a Kiwiphage?

Fue un proceso largo, que duró más de cinco años. Partió con una idea sencilla que surgió luego de leer una noticia sobre los problemas que estaba causando la bacteria Psa a la industria del kiwi.

Luego de eso, formamos un equipo con las profesoras Carolina Yáñez y Ximena Besoaín y partimos evaluando los aspectos más sencillos y básicos de la idea con un proyecto interno de la PUCV, esto nos permitió generar resultados preliminares para adjudicarnos fondos externos. En el desarrollo de esta idea tuvimos que aprender muchas cosas porque tuvimos que interactuar con organismos estatales y también con el sector privado, lo que nos permitió entender las distintas necesidades de cada sector.

No fue fácil tampoco, porque parte importante del proyecto se realizó durante el periodo de pandemia, con todas las restricciones que eso implicaba. En este punto fue muy importante la colaboración que establecimos con el sector privado. En todo este tiempo participaron estudiantes de pre y postgrado y también investigadores postdoctorales; entonces, el que hayamos podido llegar a un resultado positivo también es gracias a ellos y al apoyo que nos brindó la Universidad en todo momento.

¿De dónde nace tu interés por emprender?

En realidad, no me considero un emprendedor porque para ser emprendedor hay que hacer mucho más de lo que nosotros hacemos en nuestro grupo de investigación. Me gusta realizar investigación en ciencia básica, pero también me gusta la investigación aplicada que intenta resolver problemas. En este sentido, sí considero importante que cuando uno realiza investigación aplicada, esta no quede solamente en un artículo científico o guardada en un cajón, entonces intento que lo que nosotros hacemos vea la luz, para lo cual es necesario colaborar con el sector privado.

¿Cómo ha sido tu proceso formando parte de los proyectos de Rápida Implementación de Science Up?

En un comienzo no tenía muy claro en qué consistía el proyecto. Sabía que la idea era apoyar a proyectos que estuviesen en etapas avanzadas de desarrollo para que pudiesen transferirse o implementarse, entonces en nuestro caso utilizamos esta oportunidad de apoyo para finalizar algunos últimos detalles del proyecto y, además, para terminar el proceso de solicitud de patente.

Creo que todo eso fue muy importante para que la empresa se decidiera a firmar un convenio de licenciamiento con la Universidad por nuestra tecnología. Muchas veces los objetivos que busca un proyecto de investigación aplicada no son suficientes para que una nueva tecnología pueda implementarse o transferirse definitivamente; entonces, herramientas como las que entrega Science Up son muy bienvenidas.

También formas parte del eje de Vinculación con el Entorno Socioeconómico de Science Up, ¿cuál crees que es la relevancia de la aplicación de estos temas como emprendimiento, transferencia tecnológica, en las universidades del Consorcio?

Creo que Chile y las universidades en general, tienen un enorme potencial para realizar emprendimientos, porque poseen la materia prima más importante que es el intelecto de sus profesores y estudiantes.

En las universidades, constantemente se generan ideas con un alto potencial de innovación, pero no siempre llegan a puerto, entonces considero muy importante que se implementen programas como Science Up, que le entregan herramientas a los estudiantes para que puedan desarrollar sus ideas y emprender.

¿Cómo crees que se podría incentivar el emprendimiento de base científico-tecnológica en estudiantes de pre y postgrado?

Incentivar el emprendimiento de base científico-tecnológica es algo complejo. Creo que es muy difícil despertar el interés en una persona que naturalmente no tiene una inclinación por emprender. Lo que sí ocurre, es que existe muchos estudiantes de pre y postgrado que tienen ideas y ganas de emprender, pero muchas veces no cuentan con las herramientas o el apoyo para poder hacerlo.

Science Up ha implementado una serie de iniciativas que van en ese mismo sentido, por ejemplo, en este semestre recién pasado, junto a la gente de Valparaíso Makerspace, se impartieron una serie de talleres asociados a la innovación y emprendimiento en cursos de pre y postgrado. En estos cursos, las y los estudiantes debieron elaborar propuestas de proyectos originales que tuvieran elementos de innovación y emprendimiento, para lo cual se apoyaron en las herramientas que les fue entregando la gente del Valparaíso Makerspace.

¿Cuál es tu consejo para las y los estudiantes de las facultades de ciencias que quieren emprender? 

En realidad, no sé si soy la persona más adecuada para dar un consejo en ese sentido, porque como dije, no me considero realmente un emprendedor. Sí les puedo decir, que si tienen el interés por realizar investigación aplicada o desarrollar proyectos de base científico-tecnológica, que exploten ese entusiasmo, que sean perseverantes y que aprovechen todas las oportunidades que la Universidad les entrega.

Sobre su historia y trayectoria en la Universidad de Santiago, esta entrevista aborda el día a día de la Decana de la Facultad de Química y Biología, Dra. Leonora Mendoza Espínola, una de las fundadoras de Science Up.

Los inicios de la Decana de la Facultad de Química y Biología de la Usach, Leonora Mendoza Espínola, están asociados a la Escuela Experimental Artística, establecimiento donde sus padres la matricularon para estudiar música. Una época que ve con nostalgia, pues en 2º año de la Educación Media, sintió que era el momento de explorar otros caminos.

“Tuve que tomar una decisión bien drástica y dolorosa que significaba dejar muchos años dedicados a la guitarra clásica por buscar una pasión distinta. De hecho, seguí estudiando música hasta que la exigencia universitaria no me lo permitió más”, reflexiona.

De esta forma, la música pasó a segundo plano, aunque sigue estando presente en sus momentos de descanso. Sin embargo, “la estricta disciplina desarrollada en mis inicios de estudiante de música, se transformó en mi mejor herramienta para enfrentar una vida dedicada a la ciencia”, primero como pedagoga, luego como investigadora y hoy como Decana de la unidad.

– ¿Cuáles fueron sus investigadoras referentes para seguir esta carrera?

Había pocas mujeres en esa época, seguimos siendo pocas aún, pero dos profesoras en particular fueron muy importantes para mi decisión de continuar mis estudios de postgrado, quienes junto a mi mentor reafirmaron mi pasión por las ciencias. Por su sabiduría, sencillez, seriedad, su forma de enseñar, pero por sobre todo por el cariño que demostraban por lo que hacían. Las Dras. Elsa Abuin y Betty Matsuhiro, ambas destacadas científicas que representaban la rigurosidad, pero al mismo tiempo hacían de la ciencia algo atractivo para las personas.

– ¿Marcaron sus ganas de liderar en el entorno académico?

Sí. Creo que su forma de llevar sus laboratorios, líneas de investigación y relaciones con las personas, fueron bien determinantes cuando uno está estudiando y dice “a mí me gustaría llegar a esto”.

– ¿Y cuándo fue el momento definitivo en que decidió ser investigadora?

En mi etapa de magíster. Trabajaba en el Laboratorio de Química Orgánica con el Dr. Alejandro Urzúa, mi mentor, colega y amigo. Me gustaba mucho la mezcla que él hacía entre la química y la biología. Ahí realicé mi tesis de pregrado y mis estudios de postgrado. Él me incentivó a irme un tiempo del país para realizar durante mi doctorado, un intercambio de meses con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Madrid, España.

Luego comencé a estrechar lazos con el área de Microbiología, trabajando con la Dra. Marcela Wilkens Anwandter y la Dra. Milena Cotoras Tadic. La interacción con Milena fue determinante en la línea de investigación que actualmente realizo, pues me invitó a participar como co-investigadora permanente en el Laboratorio de Micología, en donde el ‘96, aporté mis conocimientos en productos naturales producidos por plantas. Ahí iniciamos el desarrollo de la línea de investigación sobre compuestos químicos activos contra el hongo Botrytis cinerea, que sumado a otras líneas de investigación se mantiene vigente al día de hoy. En ese sentido la investigación asociada a la formación de personas, es lo que más me apasiona.

– Sus pares la han elegido como la líder de esta unidad. ¿Cuáles son los desafíos de su liderazgo?

Difícil pregunta. Los desafíos dependen de la formación de cada persona y su certeza de que es capaz. Yo no tengo la receta, de verdad no la tengo, creo que el liderazgo es algo que se va adquiriendo y madurando con el tiempo. En mi caso, llegar a ser decana nació del interés de impactar en forma positiva en la gente, estudiantes, colegas, funcionarias y funcionarios. Sentir esa satisfacción de hacer algo con cariño, aunque con esfuerzo, muchas veces con éxito y a veces sobrellevando los aspectos negativos. Lo que queda es el logro. Al final de cada día, mi balance es siempre positivo.

Demostrar liderazgo para una mujer en esta Facultad no es complejo, pero no me gusta la palabra demostrar, me gusta la palabra reconocer. Porque demostrar significa que hay que justificar las acciones constantemente, pero ser reconocido como líderes, ya sea en un laboratorio, línea de investigación, en la gestión, creo que es algo que naturalmente debiese ocurrir. Un buen liderazgo también va acompañado de un buen equipo de trabajo y de mantener por sobre cualquier cosa buenas relaciones personales, un desafío que no es fácil y requiere que día a día esté presente desde la mañana a la noche. 

Paridad de género

– En su Facultad, el ingreso y egreso en pregrado se acerca a la paridad de género y las diferencias en su comunidad académica es menor. ¿A qué cree que se debe?

Somos una Facultad relativamente joven, que se crea a partir de la Facultad de Ciencia en 1994. Surgimos en un mundo que ya había dado los primeros pasos a la integración, a la inclusión. En ese sentido, no fue un tema complejo, porque como te mencionaba ya teníamos a estas líderes académicas y otras líderes importantes, como la Dra. Irma Carkovic, en gestión, la Dra. Leonor Contreras, en investigación, entre otras que silenciosamente impactaban en el desarrollo de la Facultad.

Si había un desbalance, y sigue habiéndolo, pero no era un tema de día a día. Por ejemplo, sesgos para preferir un hombre frente a una mujer en un cargo es algo que ha ido cambiando en el tiempo, pero puedo reconocer que en esta Facultad ha primado la calidad de las personas, independiente del género al cual pertenezcan. En ese sentido, yo creo que estábamos más adelantados que a lo mejor otras unidades de la universidad. Creo que a nivel institucional aún falta por crecer.

– ¿Le gustaría dar un mensaje a estudiantes que hoy tal vez no se sienten del todo capaces de seguir una carrera científica?

Siempre he pensado algo que creo es real. Cualquier persona que fue capaz de salir de la enseñanza media y entrar a la universidad y saltar el escollo del ingreso, es capaz de hacer cualquier cosa. Algunas personas se demoran más y algunas menos, la meta se logra igual. El mensaje es que estudien y hagan lo que les gusta, sobre todo esto último. Disfrutar de la vida, de la familia, de la profesión y de los estudios es lo que hace a las personas seres integrales.

Mi pensamiento no es original, más bien concuerdo plenamente con los valores del Dr. Francisco Javier Gil (QEPD), los talentos están distribuidos equitativamente. No depende del nivel socioeconómico, pero es nuestra labor dar oportunidades. Cualquier persona que llega a la universidad y termina su carrera, es talentosa de por sí. Explotar ese talento depende realmente de cuánto le guste y lo que quiera hacer, darle la oportunidad es la tarea de la Universidad. 

Finalmente, me gustaría señalar que no existe un solo camino al éxito, la ciencia tiene múltiples desafíos: la enseñanza, la investigación, la vinculación con el medio, entre otros. Hay tantas alternativas de cómo uno se puede imaginar y disfrutar de la ciencia. Hoy en día la oportunidad de una formación universitaria, que alguna vez fue más para una élite de la población, ha aumentado mucho, y eso permite aprovechar las oportunidades y hacer lo que más nos gusta.

Una carrera marcada por el vínculo con la sociedad, que este año sumó un nuevo desafío: impulsar con el Consorcio Science Up un cambio cultural, donde la perspectiva de género sea parte del sello de la Universidad de Santiago.

El Eje de Liderazgo y Participación Femenina cumple un año de trabajo en Science Up, la última línea de acción que se incorporó al desafío de dotar de mayores capacidades a los y las estudiantes de ciencia de cara al 2030. Un reto que asumieron las tres universidades que componen el consorcio, donde hoy la Dra. Claudia Ortiz Calderón, coordinadora del Eje en la Facultad de Química y Biología de la Usach, reflexiona sobre el camino recorrido.

¿Cómo ha sido su experiencia como coordinadora durante este año?

Súper interesante. Yo no tengo una formación particular en temas de género, pero me informo y he tomado cursos, que es lo que esperamos que pase en nuestra comunidad, donde el consorcio sea un impulsor, porque son cambios culturales profundos y a largo plazo. 

Hemos tenido reuniones con postgrado y pregrado que han sido muy enriquecedoras. Ahí uno ve que hay personas que no ven brechas de género; otras que ven y no dicen nada, pero que ahora se sienten más empoderadas porque saben que se está haciendo algo; y otras que lo ven y son activistas o se están formando, lo que nos permite desarrollar sinergias. 

En relación a las brechas de género, en un año de diagnóstico, ¿cómo las percibe?

Creo que de alguna manera las universidades son una burbuja social, privilegiada, donde la sociedad patriarcal no es tan evidente. Las brechas de género están más solapadas, y se expresan por ejemplo en el lenguaje a través de micromachismos como usar diminutivos con las colegas mujeres.

Actualmente las brechas son más evidentes, pero necesitamos más información. Hoy estamos trabajando con Comunidad Mujer en el Consorcio, donde justamente la primera  actividad fue visualizar brechas cotidianas, que muchas veces están tan naturalizadas que no nos damos cuenta. En la medida que las veamos podremos realizar cambios. Parte de nuestros objetivos es abrir esa cortina, que todavía está muy cerrada.

¿Por qué es importante impulsar el liderazgo femenino en ciencia? 

Porque fortalece la construcción del conocimiento científico. Si bien las mujeres están incorporadas en el ámbito científico, creo que hay que fortalecerlo a través de espacios de liderazgo, por ejemplo, conducciones de grupos o de proyectos, o en cargos que también están asociados a la carrera académica, o en funciones administrativas que de alguna manera dictan políticas. 

Hablando con colegas, nos hemos percatado que a veces para hacernos escuchar debemos hablar más fuerte o adoptar maneras masculinas para poder tener presencia y dar nuestra opinión. Eso es una forma de no aceptar la diversidad, porque todos los seres humanos tenemos una mirada distinta. La diversidad de miradas es fundamental para poder enriquecer la ciencia. 

El liderazgo de una mujer puede ser más amable, es lo que yo percibo. Yo a mí misma me veo como una mujer liderando de una manera mucho más inclusiva y espero que con menos prejuicios. Creo que un modelo más amable, menos conflictivo, hoy es fundamental en una sociedad polarizada. Veo que está moviéndose la aguja, pero todavía hay mucho que hacer.

Una carrera vinculada a la sociedad

Curiosidad, naturaleza y estímulo familiar fueron los ingredientes que confluyeron para que la Dra. Ortiz se interesara por la Ciencia. Sin embargo, fue trabajando como bioquímica en diversos proyectos universitarios cuando decidió seguir una carrera académica, momento en que también descubrió sus ganas de emprender. 

“Cuando estuve en el doctorado tuve un curso internacional con profesores que habían desarrollado técnicas de transformación de plantas, transgenia, y ahí supe que no quería quedarme solo en el laboratorio, sino que lo que yo desarrollara, fuese lo que fuese, de alguna manera llegara a la sociedad”, recuerda. 

Así es como empieza con sus compañeros y compañeras de doctorado y magíster, en ‘95, Transbiotec. Sin embargo, aún no existían apoyos financieros para la transferencia tecnológica, que sumado a la falta de experiencia hizo que el proyecto no prosperara, según indica. No obstante, el ecosistema estaría dispuesto en ‘12, cuando crea Ambiotek, que daba soluciones para disminuir el impacto ambiental de la minería a través del uso de plantas y microorganismos que se adaptan a ambientes contaminados con cobre.

“Yo no me imagino ser una profesional sin un vínculo con la sociedad, sin poder retribuir y mejorar la calidad de vida de las personas y el medio ambiente. Esa intención y las puertas que he abierto a lo largo de mi carrera me han llevado naturalmente al emprendimiento. Creo que las mujeres tenemos mucho que aportar en esta área, especialmente como líderes”, finaliza.

La académica de la PUCV se refiere a la brecha de género en la ciencia, relata su experiencia como doctora en Microbiología y Parasitología y destaca el trabajo que se ha hecho en el eje de Liderazgo y Participación Femenina del Consorcio Science Up.

La Dra. Paulina Schmitt nació en una familia de científicos, por lo que, desde temprano, tuvo la certeza de que deseaba seguir el mismo camino. Si bien no recuerda el momento exacto en que se enamoró de la ciencia, sabe que la atracción estuvo presente en la infancia y la acompañó durante la adolescencia. Ya en el colegio, presionaba a sus profesores para que impartieran talleres de Biología Molecular y, cuando tuvo que decidir una carrera profesional, eligió la Biología Marina. 

“Yo vivía en Santiago y me gustaba mucho el mar. Era algo que solo podía ver en el verano y me provocaba una curiosidad inmensa. Me parecía un caos biológico muy interesante, que iba mucho más allá de los cetáceos, una arista que ha estigmatizado a esta carrera”, explica la actual académica e investigadora de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), licenciada en Biología Marina de la Universidad de Valparaíso (UV) y doctora en Microbiología y Parasitología de la Universidad de Montpellier, Francia.

Hoy, su investigación se centra en el estudio de los mecanismos celulares y moleculares de la inmunidad innata de los organismos marinos, con especial atención a los moluscos bivalvos. “Estudio la respuesta inmune de estos animales para proponer estrategias sobre cómo mantener estos cultivos sin la utilización de químicos o antibióticos, y así crear una acuicultura sustentable en el tiempo”, explica, quien también es coordinadora del eje de Liderazgo y Participación Femenina del Consorcio Science Up, desde donde trabaja para disminuir las brechas de género en las facultades de ciencias. 

—¿Cuál ha sido tu experiencia como mujer en el mundo de la ciencia? ¿Te ha tocado vivir momentos difíciles?

Personalmente, siempre he creído mucho en mí, entonces nunca he sentido discriminación porque no lo he permitido. Si alguna vez llegué a presenciar algún atisbo, lo neutralicé rápidamente. He tenido mucha suerte, ya que me he topado con gente muy consciente de la igualdad, además, en el Instituto de Biología de la PUCV siempre han habido mujeres líderes y eso es un gran aporte.

Es cierto que las mujeres necesitamos más apoyo porque estamos a cargo de muchas otras cosas. Yo, por ejemplo, tengo tres hijos: una hija de ocho años y mellizos de cuatro. En ambos embarazos, las directoras del instituto eran mujeres y me entregaron todo su apoyo. De otra forma se me habría hecho muy difícil. 

—¿Qué te parece que existan iniciativas como Science Up, que impulsen el liderazgo y la participación femenina en las facultades de ciencias?

Es una excelente iniciativa. El levantamiento de información que hemos llevado a cabo nos ha mostrado que, si bien la mayoría sabe que hay una brecha de género, pocos tienen clara la definición propiamente tal. Mucha gente cree que solo se trata de números, pero es más que eso. Debemos reflexionar sobre cómo se enfrenta el rol de la mujer en el día a día. 

Hace un tiempo, en el eje hicimos una encuesta para evaluar la situación y pudimos comprobar que los puestos de jefatura en docencia están muy cargados hacia las mujeres, pero los puestos altos de administración están conformados, en un 99 por ciento, por hombres. Eso indica que hay que escarbar más allá. Por fin, a través de iniciativas como Science Up, se está haciendo evidente cuál es la realidad en la que nos encontramos y cómo podemos avanzar para disminuir la brecha de género y alcanzar un escenario de equidad, donde ser hombre o mujer sea tan poco importante como ser diestro o zurdo.

—¿Cuál es la importancia de que existan referentes y modelos a seguir para inspirar a jóvenes científicas? 

Durante el último tiempo he notado, como profesora, que mayormente me buscan tesistas mujeres, que necesitan un referente y apoyo desde lo femenino. Creo en el modelo de rol, es decir, si tienes un ejemplo, lo sigues. Pareciera ser que está funcionando de la misma manera como yo fui motivada, hoy estoy motivando a más muchachas. La mujer científica se interesa en recibir un apoyo científico y emocional.

—¿Qué consejo le darías a mujeres jóvenes que están pensando en estudiar alguna carrera del área científica?

Si les gusta la ciencia, si les atrae estar todo el tiempo aprendiendo cosas nuevas y saliendo de su zona de confort, busquen un/a buen/a  mentora/a, alguien que se interese en desarrollar sus habilidades y enseñarles a hacer ciencia, pero que también tenga clara la brecha de género y haga esfuerzos por disminuirla.