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Amirah Luna Izidine: Contribuyendo a que las niñas conozcan el hermoso camino de la ciencia

A pesar de los 10 mil kilómetros de distancia que separan Chile con Mozambique, Amirah sigue conectada con su país, sumándose a un grupo de talentosas mujeres de Mozambique que buscan que las nuevas generaciones no solo continúen con sus estudios, sino que también tratar de equilibrar las comunidades escolares, ya que hoy en día, por cada dos niños, hay una niña.

El cielo nocturno sin contaminación lumínica, a las afueras de la ciudad, motivó la curiosidad de Amirah Luna Izidine. A sus 15 años, en el Día de África, unos jóvenes expusieron sobre Astronomía en su colegio. Entre ellos estaba Dinelsa Machaieie, la primera doctora en esta disciplina de Mozambique. Este se transformó en un encuentro determinante para que Amirah escogiera quién quería ser en el futuro, ya que para llegar a ser Astrofísica, se convenció de venir a Chile.

Lamentablemente, la pandemia del Sars-Cov2 complicó sus planes. En las sucesivas cuarentenas, conoció a través de Facebook a divulgadoras y divulgadores, quienes la integraron a su grupo. Fue en este grupo donde dio sus primeros pasos en la investigación, tomando el nombre de “Detetives do cosmo”, grupo mozambiqueño que se sumó a las campañas de ciencia ciudadana de la “International Astronomical Search Collaboration”. Programa de Hardin-Simmons University, que les proporcionó información del Cinturón Principal de Asteroides, que los llevó a descubrir el cuerpo celeste rocoso “2021 TK43”, hallazgo corroborado en 2022 por la NASA.

En paralelo, comenzó en 2020 a estudiar Astronomía en la Universidad Andrés Bello (UNAB), como estudiante externa y en modalidad online. Sin embargo, por diversos motivos, no pudo oficializar su ingreso a la Universidad. Cuando estuvo a punto de rendirse y escoger otro país para estudiar, la Universidad de Santiago de Chile abrió la carrera de Astrofísica con mención en Ciencia de Datos, quienes analizaron su caso excepcional y la integraron a esta primera generación.

El camino no fue fácil, a pesar de sentirse afortunada por no sufrir los estereotipos de género aún presentes en su país. El esfuerzo de su madre ecuatoriana y su padre mozambiqueño, le permitieron acceder a una educación privada y no una pública, ya que en ésta última ella observaba la mayor brecha de género en Mozambique, realidad que no le es indiferente, integrándose a iniciativas que buscan revertir esta situación.

¿Las niñas tienen dificultades para estudiar ciencias en tu país?

Es difícil hablar de sesgos en la ciencia si a las niñas ni siquiera se les da la oportunidad de seguir sus estudios. Hay muchas que siguen en la educación secundaria, cuando a esa edad deberían estar en estudios superiores. Esto es porque se casan más temprano o porque tienen hijos o porque sus papás creen que deben estar en casa ayudando o en la misma agricultura. Entonces hay muchas problemáticas que hacen que particularmente las niñas no sigan sus estudios universitarios.

A nivel nacional, hay casi el doble de niños que niñas en la escuela. Esto se debe a la percepción de que los hombres son los que trabajan, son quienes deben contribuir a la parte económica en la familia y en la sociedad.

Hemos avanzado un montón considerando que nuestro país es nuevo, ni 50 años tenemos de independencia, pero el gobierno debe implementar acciones. Necesita erradicar este pensamiento retrógrado, transmitido de generación en generación, para que las niñas tengan una educación continua, inclusiva y de calidad, para poder ahí hablar de las niñas en ciencias. 

Si no tienen la oportunidad de estudiar, menos de elegir dedicarse a la ciencia

Claro, hay mucho que hacer. Hoy existe un programa llamado Girl Move Academy,  que ganó un premio de la UNESCO por promover la educación y el liderazgo femenino en Mozambique. Es como un intercambio. Yo, por ejemplo, recibí el curso Rise & Shine, en el cual participaron alrededor de 4000 mujeres más. Ahora me siento preparada y con herramientas para motivar a las generaciones futuras a estudiar.

Una actividad obligatoria del curso fue generar un círculo, que significaba buscar niñas más pequeñas que tú y mostrarles realmente qué es la educación, el por qué están yendo a la escuela, para que no lo hagan por obligación, sino por cuán lejos las puede llevar. Yo escogí niñas de 12 a 13 años, porque según estudios, es ahí cuando las niñas comienzan a perder la confianza, sienten que no son capaces y, por ende, terminan no estudiando lo que les gusta. La brecha de género en ámbitos científicos dice que comienza ahí, en la época en que mi país ellas comienzan la secundaria.

Participar de este programa fue una experiencia muy bonita. Nos presentamos, contamos nuestras historias y les dije que no estaba allá, sino que estudiando en Chile. Eso también es importante. Las niñas se quedaron muy interesadas y con ganas de aprender. Es muy gratificante estar contribuyendo al fortalecimiento de las niñas de mi país.

Es muy interesante que quieras tener un impacto positivo, como el que tuvo la Dra. Dinelsa Machaieie a tus 15 años

Ella fue un modelo a seguir. El hecho de que yo la conociera a los 15 años tuvo un gran impacto en mí y creo que lo va a seguir siendo. Es la primera persona haciendo esto. Me hizo pensar “si ella ha llegado tan lejos, yo también puedo”.

No es por nada que yo escogí niñas cercanas a esa edad, con el objetivo principal claramente de la educación, pero le puse mi toque, que es el lado científico. Les pregunté si ya sabían que quieren ser de grandes y una me dijo que quería ser médica y otra arquitecta. Siento que es porque en Mozambique no se conocen las carreras que existen en el mundo el día de hoy, solo las más conocidas. También trato de transmitirles esta realidad, mostrarles las oportunidades que tienen y los mil caminos posibles que pueden tomar y ofrece la ciencia.