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Dora Altbir, académica USACH: “Los científicos deben comunicarse con la sociedad en general, y con el sector privado en particular”

“La ciencia básica, así como la innovación y el desarrollo de tecnología de frontera, son vitales si aspiramos a un mayor desarrollo y bienestar en nuestro país”. 

La carrera de Dora Altbir, Premio Nacional de Ciencias Exactas 2019, ha estado marcada por sus ganas de aprender. “En el colegio me gustaban todas las ramas de la ciencia; me interesaba responder preguntas a través de la Física, la Química y la Biología. Recién a mediados de cuarto medio me decidí por la Física, pues me encantaba la posibilidad de predecir comportamientos en base a diferentes leyes”, explica quien también es directora del Centro para el Desarrollo de la Nanociencia y la Nanotecnología (Cedenna).

Actualmente, es profesora titular, académica e investigadora del Departamento de Física de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), donde también se preocupa de sentar bases para disminuir las brechas de género y potenciar la vinculación entre la ciencia y la industria. En esa línea, cree que el aporte de Science Up es primordial para explorar nuevos desafíos entre diferentes actores de las facultades de ciencias. 

¿Cuál ha sido su experiencia como mujer en el mundo de la Física, una disciplina que históricamente ha sido dominada por hombres?

Lo primero que debo decir es que yo estudié cuando este era un tema que ni siquiera se conversaba. A veces, una podía percibir alguna situación incómoda, pero no necesariamente se entendía como una discriminación de género, ya que eran temas que no se discutían en ese entonces. Más recientemente, sí he percibido ciertas situaciones incómodas, pero yo personalmente tengo muy claro que lo importante no es detenerse en la incomodidad, sino seguir adelante haciendo lo que a uno le gusta. Creo que la mejor manera de demostrar que las mujeres tenemos capacidad para enfrentar los mismos problemas que los hombres, es resolviendolos, así que esa ha sido mi política general.

—¿Cómo ha sido el camino para derribar estereotipos de género en la Ciencia?

—Creo que hay muchos avances. Cuando yo estudié éramos muy pocas mujeres; ahora hay un número mayor, pero todavía estamos subrepresentadas. Por lo mismo, pienso que el problema viene desde la casa, cuando comenzamos a definir cuáles son los regalos  o juguetes adecuados para nuestros hijos e hijas. Allí hacemos una diferencia notoria y que ciertamente las niñas la sienten. 

Luego, muchas veces en los colegios también se producen situaciones complejas. Por ejemplo, en general las mujeres tardamos un poco más en decidirnos a responder una pregunta. Entonces, si en los cursos de ciencias siempre se les da la palabra a los hombres, que levantan la mano primero, las mujeres empezamos a pensar que ellos son más capaces en las disciplinas científicas que las mujeres. 

Existen, asimismo, una serie de estereotipos que asocian la ciencia a una actividad masculina. Por lo mismo, yo creo que los cambios deben ser desde la casa, desde el momento en que nacen hay que enseñar a los niños que hombres y mujeres podemos hacer lo que queramos, guiándonos por nuestras vocaciones, intereses y capacidades, pero nunca por el género. Este camino se inicia en la casa, pero debe seguir en el colegio e incluso en el pregrado,  mostrándole a niños y jóvenes que la ciencia no tiene género.

—Según su experiencia, ¿cuáles son los desafíos o las tareas pendientes de la ciencia para impulsar la innovación, el emprendimiento y la transferencia tecnológica?

Una de las tareas pendientes de la ciencia es perder el temor a comunicar sus logros y sus inquietudes, aprender a crear impacto en la opinión pública con honestidad y transparencia. Una enseñanza que esta pandemia nos deja es que los gobiernos que mejor pudieron enfrentarla fueron aquellos capaces de escuchar los consejos de la ciencia para actuar a tiempo y en forma eficiente y efectiva. Y por ello, como científicos, debemos comunicarnos efectivamente con el medio no disciplinar, para informar y apoyar la toma de decisiones.

La ciencia básica, así como la innovación y el desarrollo de tecnología de frontera, son vitales si aspiramos a un mayor desarrollo y bienestar en nuestro país. Los científicos  deben comunicarse con la sociedad en general, y con el sector privado en particular, y en un marco de políticas públicas claras, estables y de largo plazo, llegar a la industria para generar un ecosistema de innovación que impacte positivamente en nuestro país. 

—¿Cuál es la importancia de que exista una iniciativa como Science Up?

Ser científico significa estar permanentemente abierto a las preguntas y a las sorpresas, estar continuamente pensando y preguntándonos cómo mejorar, y en los últimos años hemos agregado la preocupación de cómo contribuir a la vinculación universidad-conocimiento-sector privado. Crear comunidades en las que esas conversaciones tengan un eco, sean valoradas y replicadas, formando asociaciones transparentes y colaborativas, respaldadas por instituciones serias  y respetuosas del quehacer científico, es fundamental. 

Así como en el Centro Cedenna científicos de todas las áreas trabajamos juntos buscando soluciones concretas para problemas tan importantes como el cáncer, la contaminación de los suelos y las aguas, la minería y los alimentos, Science Up es un territorio aún mayor de trabajo conjunto, que permite explorar nuevos desafíos entre diferentes actores, no sólo científicos sino también del sector privado de nuestro país. Las universidades que participan de Science Up tienen ya una historia de colaboración conjunta y un fuerte interés en vincularse al sector privado, generando sinergias a través de esta importante iniciativa.

—¿Qué significa para usted haber recibido el Premio Nacional de Ciencias Exactas?

Sin duda el Premio Nacional de Ciencias Exactas fue un gran honor y un respaldo al trabajo de investigación que he realizado en los últimos 30 años. He intentado abordar temáticas de frontera desde nuestro país y ligar mi trabajo teórico a la ciencia experimental, pero también al desarrollo de tecnología que puede resolver problemas en la industria del país y global. Creo que obtener este Premio Nacional fue un reconocimiento no sólo a mi trabajo, sino también al de todos quienes somos parte del Centro Cedenna y que buscamos que la nanotecnología sea parte integral del desarrollo de nuestro país.

También lo asumo con gran responsabilidad y veo una oportunidad de contribuir a terminar con los mitos que alejan a las mujeres de la ciencia. Hoy tenemos la libertad de buscar horizontes en espacios en los que hasta ahora los hombres están sobrerrepresentados, pero para eso es importante que no pongamos límites a nuestros pensamientos ni aceptemos que otros pongan barreras a nuestros sueños.